Palma de Mallorca prohibirá a los residentes alquilar apartamentos a los turistas.
Las medidas significan que los turistas ya no podrán alquilar apartamentos en viviendas residenciales multifamiliares. Sin embargo, todavía será posible alquilar chalets y villas, siempre y cuando no se encuentren en un área protegida.
Polémica decisión que puede afectar al turismo de Palma de Mallorca
La decisión se produce en medio de un creciente debate sobre el exceso de turismo en Europa, con muchos destinos en España probando nuevas medidas para frenar el impacto de los visitantes en los residentes locales.
Según El País, el número de apartamentos turísticos sin licencia en Palma aumentó en un 50% entre 2015 y 2017, mientras que los precios de alquiler para residentes han aumentado en un 40%.
El periódico también señaló que sólo 645 de cada 20.000 apartamentos tienen la licencia adecuada. También han aumentado considerablemente las quejas de los residentes en relación con el alojamiento turístico.
Mallorca recibe más de 10 millones de visitantes al año.
«Hay un paralelismo entre la evolución de los alquileres vacacionales y el aumento de los precios de los alquileres», dijo a El País el jefe local de planificación, José Hila. «Necesitamos algo de orden. Habrá alquileres de vacaciones en Palma, pero sólo donde sea necesario».
Las autoridades locales de Barcelona también han introducido normas para controlar el aumento de los alquileres de vacaciones, imponiendo multas a los propietarios y a los emplazamientos de viviendas compartidas, como Airbnb y HomeAway, por infringir las leyes locales.
El pasado mes de agosto, el gobierno balear puso un límite al número de camas turísticas en las islas de Mallorca e Ibiza y se ha implementado una prohibición de listar habitaciones en casas privadas y apartamentos en algunas zonas de Ibiza, incluyendo la ciudad de Ibiza, San José y San Antonio.
A principios de este mes, los manifestantes salieron a las calles de la ciudad de Ibiza para presionar contra las cuestiones relacionadas con el turismo, desde la privatización de las playas hasta el aumento de la contaminación acústica. Palma ha visto protestas similares, mientras que las paredes de Barcelona han sido embadurnadas con graffitis que animan a los turistas a volver a casa.